31/7/13

Carta sin destinatario.

La muerte toco sus manos, acaricio sus dedos, rozo su piel; le dijo al odio ven, ella fue. La muerte era la única razón para vivir, ¿Por qué, qué sentido tiene todo esto? ¿Qué sentido tenía para ella vivir? Si lo hubiera sabido antes la hubiese detenido; si tan solo comprendiera de la misma forma realista negativa y absurda la vida como lo hacia ella sabría que está feliz; que esta mejor. Sabría que jamás debí haberla amado y odiado como lo hice conociendo que ella era así.

Ahora estoy aquí como un loco obstinado y destinado de nuevo a perderme en el alcohol del alma, el alcohol y el vicio de las palabras, tratando de extrañarla poco y olvidarla mucho, escribiéndole una carta que jamás podrá leer.

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